viernes, 10 de junio de 2022

Parece que fue ayer


Me afilié al Partido Popular hace cuarenta años, concretamente desde el 11 de diciembre de 1981. Fue una decisión natural ya que, aunque en casa – y puede parecer increíble - hablábamos poco de política, todos éramos del PP por convicción y, por tanto, había poco debate, nada más allá de las lógicas diferencias generacionales. 

Mi padre, Miguel Lence, fue el primer Presidente elegido en un Congreso, tras presidir la Gestora fundacional Ramon Rico Vigil. Un gran hombre con mayúsculas.

Y en mi caso, ocurrió algo parecido al salir elegido en el primer Congreso de Nuevas Generaciones como Presidente, tras la gestora inicial a cargo de mi amigo Juan Antonio Martínez Lázaro y, por aquel entonces, la presidencia de Luis Fernández Muñoz en el partido. 

A lo largo de estas cuatro décadas el partido ha pasado por numerosas etapas y casi una decena de presidentes han liderado el proyecto que más ha aportado a nuestra Melilla, tanto ejerciendo responsabilidades de gobierno como en la oposición. De todas esas experiencias, buenas y menos buenas, hemos aprendido y debemos seguir aprendiendo. 

He sido testigo al ver como unos Presidentes cogían el relevo de otros con el firme propósito de hacer este proyecto cada vez más fuerte y así servir mejor a los melillenses. Todos, en mayor o menor medida, lo consiguieron.


He visto  cómo finalizaban unas etapas y comenzaban otras. Y detrás de los que lleguen, vendrán otros. Así debe ser, como en todas las fases de nuestra vida, pero en política aún más. Las personas pasamos de igual manera que el tiempo transcurre irremediablemente, porque no somos imprescindibles pero si necesarios.  


Pero lo realmente importante es que el proyecto, las ideas, trabajar por mejorar la vida de los demás sea el rumbo común de todos los que sentimos al Partido Popular como la mejor vía para conseguirlo. 


He visto en diez meses al PP de Melilla pasar de catorce diputados locales a cinco en mayo de 1999. Celebrar un Congreso Regional en septiembre, con relevo en la Presidencia, y ganar las Generales de marzo de 2000, y otras numerosas y difíciles situaciones que hemos sabido superar. 

Esta es la diferencia fundamental de un partido nacional frente a otras formaciones de carácter personal e, incluso diría, “intransferible” que todos conocemos. 


Nuestro Partido es, obviamente, un partido “de gobierno”. Debemos generar ilusión a los militantes y, por ende, a la mayoría natural de los melillenses. Es nuestra obligación. 

El Partido Popular tiene que hacer confluir a todos los ciudadanos en torno a un proyecto conocido y reconocible, y pedir a todos aquellos que quieran que gobierne el PP, que voten al PP. 


Eso no es ser irrespetuoso o infravalorar a quienes deciden optar  por otra formación política, antes al contrario, pero insisto en la obligación de que el PP sepa y consiga ilusionar (y reilusionar en muchos casos) a todos, porque queremos gobernar para todos.


Los retos que Melilla tiene en la actualidad, y a corto y medio plazo, necesitan de un PP muy fuerte al que le respalde la mayoría de los melillenses, pero también un PP que sepa aunar sentimientos y vocaciones de cara al futuro por encima de cualquier otra consideración. Es mucho lo que nos jugamos y no podemos fiar ese objetivo exclusivamente a una mera operación aritmética como bien ha dicho recientemente nuestro Presidente Feijoo.


Estamos sufriendo un Gobierno débil, enfrentado y con el único objetivo de perpetuarse en el poder. Tanto el Gobierno Local como el Nacional. 


Dicen defender el interés general y se ha demostrado que sólo se sirven a sí mismos.


Muchos melillenses nos trasladan la necesidad de que cambie este gobierno, pero nadie regala nada, nos van a exigir más que nunca, y con razón. Y el PP de Melilla deberá estar a la altura de lo demandado.


Este gobierno inconsciente y nefasto nos ha pretendido sumir en una depresión económica, social y laboral.


Y de ello se sale con la ilusión por bandera, con la seguridad de un rumbo cierto y claro del que debemos hacer partícipe a todos los melillenses, sumando esfuerzos y trabajo.


No podemos permitirnos seguir así, por nosotros y por las generaciones que vendrán después.


Estoy convencido, que Melilla tiene futuro, un futuro brillante, porque somos una sociedad que vamos a luchar por ello. De igual manera, soy consciente, que en el PP conseguiremos trasladar este convencimiento a todos los melillenses. Nos va mucho en ello como Ciudad.